Ningún proyecto estructural de Codelco entrará en operaciones en los próximos tres años, y los yacimientos existentes comenzarán a bajar su producción. Esto, sumado a una proyección de bajo precio del cobre al menos hasta fines de 2018, a una alta deuda de la estatal, a las futuras elecciones, a incertidumbres técnicas y ambientales en los proyectos, y a la necesidad de cumplir con la norma de emisiones para fundiciones en 2018, provocará «una tormenta perfecta» para la minera en el próximo trienio, advierte Sergio Jarpa, vicepresidente de Codelco Norte entre 2006 y 2010 y actual gerente técnico de la multinacional japonesa Marubeni.

El ejecutivo además es parte del grupo Voces Mineras, donde un conjunto de personalidades ligadas a la minería se reúne y realiza foros para dar a conocer la industria. Señala que la estatal «no puede hundirse en esa tormenta», y sugiere revisar «cuántos de los elementos que han permitido la reducción de costos son proyectables en el tiempo». Lo anterior, porque hasta el momento ha ayudado el alza del dólar, el menor precio del petróleo, y en algunos casos un precio más bajo de la energía. «También se han concentrado en seguir apretando a los contratistas, situación que ya venía de la administración anterior, pero eso tiene un límite. Entonces, ¿cuánto de esto es proyectable al futuro? Ahí entra la mejora de gestión que firmaron la semana pasada en el Pacto Estratégico con los trabajadores», comenta.

Respecto de este último plan, que -entre otras cosas- pretende aumentar la productividad 18% a 2019 y bajar los costos de producción unos 50 centavos de dólar en los próximos 10 años, dice que le parecería conveniente que esos compromisos se incorporen a los contratos colectivos porque, de lo contrario, no serán vinculantes. Agrega que «desde afuera llama la atención que con un estamento de trabajadores se firme un acuerdo que es muy positivo, pero no se incluya a los supervisores».

«Si se siguen poniendo restricciones…»

Sergio Jarpa recalca que la norma que obliga a las fundiciones a capturar el 95% de las emisiones a 2018 es técnicamente difícil de cumplir. Esto, porque estas instalaciones, que datan de los años 50 en el caso de Codelco, son abiertas y fueron construidas sin ningún tipo de precaución de captura, por lo que el desafío técnico sumado a la alta inversión que deberá hacer la estatal para cumplir la normativa la convierten en una meta compleja. «Si se siguen poniendo restricciones, será difícil cumplir con la norma», plantea.

Por otro lado, sostiene que la discusión sobre cerrar la división Salvador -la menos rentable de Codelco- «no es un tema económico, sino social y político». No obstante, le parece óptima la decisión de la administración de la estatal de esperar el estudio de factibilidad de Rajo Inca para evaluar la continuidad o cierre de la faena. «Cerrar una faena como Salvador es caro, y mucho más caro volver a abrirla, sobre todo con la normativa del cierre de minas», dice. Añade que «además tiene la fundición de Potrerillos, donde también se funden concentrados complejos de Chuquicamata, por lo que hay que mirarlo como una operación global… Yo no la cerraría, en espera de qué ocurre con el tema de las fundiciones, el estudio de Rajo Inca y en la medida que las pérdidas sean manejables».

Sobre la decisión de Codelco de reformular y disminuir el tamaño del proyecto Andina 244 -el único de los estructurales que le añadía producción, dado que el resto solo la mantienen-, señala que ese yacimiento es «un tremendo recurso que Chile no se puede dar el lujo de no explotar, cumpliendo eso sí con todas las normas ambientales y comunitarias. Ahí también hay una tremenda oportunidad con el vecino, Anglo American. Podría haber opciones de ciertas sinergias», sugiere Jarpa.