Ciento cinco años en operación cumplirá al 2020 la división más antigua de Codelco, Chuquicamata. Ese año terminará definitivamente sus trabajos y comenzará un nuevo ciclo: Chuquicamata Subterránea, el principal proyecto estructural de la estatal, que considera una inversión de US$ 4.200 millones y se pondrá en marcha en 2019, por lo que ambas operarán un año de forma conjunta. El objetivo es alargar la vida del yacimiento unos 40 años.

Sergio Parada, gerente general de la división, señala que con este cambio saldrán 2.800 personas: 1.500 propios de un total de 6.000, y 1.300 contratistas de un total de 5.000. Es decir, el 25% de la dotación. «Hay muchas personas que por edad o por habilidades y competencias, no van a tener espacio en la mina subterránea», advierte. Sin embargo, recalca que la nueva obra requerirá 3.000 trabajadores, más de los que salen. En tanto, aquellos que trabajan en la concentradora, refinería y fundición seguirán cumpliendo sus funciones.

La automatización de los procesos es una de las mayores características que tendrá Chuquicamata Subterránea, lo que agregará seguridad, un aspecto clave para la minería. En cuanto a la atracción de trabajadores, Parada dice que es un tema en el que no pueden fracasar. «La idea nuestra es poder capturar algunas personas desde El Teniente y Andina -las dos operaciones bajo tierra de la estatal-, y transferirlas a la nueva operación. También buscaremos preparar de forma anticipada a gente, especialmente jóvenes porque tienen la habilidad de manejar estos sistemas donde se requiere una alta flexibilidad en las manos», asegura. Añade que el próximo año construirán un centro de formación en la división.

Los contratos de la mayoría de los trabajadores del rajo abierto cuentan con múltiples beneficios, pero Parada revela que los nuevos se ajustarán al mercado existente. «Tenemos que cambiar esa metodología de gestión a un negocio mucho más estrecho, con márgenes más cercanos al 10% y no al 30% que se estuvo manejando durante mucho tiempo en la industria del cobre. Todo tiene que tener un ajuste», dice. Agrega que «de todas maneras se acabaron los bonos millonarios», algo que demostró la última negociación colectiva en Radomiro Tomic, donde se entregó un monto 77% más bajo al acordado en el último proceso. «Ya no van a existir esos grandes beneficios y no creo que vuelvan», insiste.

Plan de retiro

En 2013 comenzó a gestionarse el plan que pretende que 1.660 trabajadores salgan de Chuquicamata en un plazo de cuatro años, lo que generaría un valor agregado de US$ 150 millones para la estatal.

Sergio Parada asevera que hasta principios de este año se habían acogido 817 trabajadores, es decir, 49% del total que tienen como meta. El ejecutivo comenta que este año están trabajando en conjunto con la dirigencia sindical de la división para enfocar el plan especialmente a aquellos trabajadores con problemas de salud, patologías médicas y bajo desempeño.

Intentarán llegar a la meta, pero reconoce que la situación ha cambiado, puesto que cuando se hizo el plan de egreso se consideró el cierre de algunas áreas, como la de óxidos, que luego le dieron continuidad operacional. Eso significó que cerca de 500 personas que estaban consideradas en el programa hoy sigan trabajando en la empresa.

El gerente general de Chuquicamata asegura que hoy la división está en «una posición tranquila», dado que en el costo neto a cátodo (C3) todavía tienen un margen de hasta 50 centavos de dólar con el actual precio del cobre, y además cuentan con un costo directo de producción (C1) que está alrededor de US$ 1,40. Por último, agrega que Chuquicamata está fuertemente alineada con la administración en el plan de reducción de costos.